
Nuestra querida palabra "trabajo" con semejante origen, entraña una connotación penosa, negativa, triste, violenta. No debería extrañarnos entonces que el trabajo sea percibido por muchas personas como un castigo o incluso como una tortura. Sin embargo, muchas personas logran encontrar en el trabajo un modo de expresarse y realizarse. Dar rienda suelta a su creatividad, innovar, impactar positivamente sobre otros y cambiar el mundo para mejor.
Educar para el trabajo debería, en mi opinión, incluir la idea de que se puede disfrutar del trabajo. Que no sólo dignifica sino que también nos posibilita encontrar placer y relacionarnos con los demás con la alegría de estar compartiendo nuevos mundos y experiencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario