- un nuevo espacio físico.
- nuevos compañeros de trabajo.
- una nueva tarea.
- un nuevo jefe/a.
De todos modos, ese período de adaptación podrá ser más breve (y menos conflictivo) si la inducción del nuevo colaborador está armada no sólo como un evento puntual de bienvenida (y entrega de algunas instrucciones), sino como un proceso de acompañamiento durante el cual estaremos atentos para despejar dudas y evitar que se de por supuesto aquello que no se sabe.